NOVELA

BESO FEROZ

ROBERTO SAVIANO

(Anagrama – Barcelona)

Beso Feroz es la novela que continúa la historia de La banda de los niños. Roberto Saviano centra la narración en Nápoles y en las entrañas de la Camorra. Autor del bestseller internacional Gomorra (2006), con esta novela nos vuelve a sumergir en la crueldad y en la violencia de la banda liderada por Nicolás Fiorillo, ’o Marajà.

La novela está organizada en tres partes; la primera se inicia con “Besos”. Dice Saviano que hay besos de todo tipo y que responden a una taxonomía precisa, besos que se estampan en los labios, besos apasionados, tímidos o inmaduros, besos paternos, “besos a la francesa”... pero hay besos que son inclasificables. Son los besos feroces: “sellan silencios, hacen promesas, dictan condenas o declaran absoluciones… Una cosa son los besos y otra los besos feroces. Los primeros se mantienen dentro de los límites de la carne; los segundos no conocen límites. Quieren ser lo que besan… y siempre dejan sabor a sangre”.

Los integrantes de la “paranza” (banda) quieren el poder, no temen ni la cárcel ni la muerte, no los abruma el futuro, solo viven el momento, quieren dinero instantáneo y se juegan la vida en ello, odian ser pobres y anhelan ser temidos. La estética física para ellos es importante, lucen cuerpos tatuados, bronceados, cuidados. Las motos y las armas son una extensión de sus personas.

Luchas y muertes

La venganza ocupa un lugar relevante en el devenir cotidiano, al punto de que una afrenta no se olvida jamás y su venganza puede ser planificada con mucha anticipación o ser resuelta en un impulso, es la respuesta a las luchas y muertes familiares entre clanes y bandas.

La organización de “la paranza” se basa en la sumisión y en la obediencia de los “bróders” al jefe, que puede, en una escalada de terror, poner a prueba la lealtad y no dudará en llevar a cabo las ejecuciones necesarias como castigo a las traiciones.

Pacto de sangre

Entre los miembros de la banda hay un pacto de sangre: “Tenemos todos la misma sangre, somos bróders”. Los adultos son padres débiles que carecen de ascendencia sobre sus hijos, madres que no logran salvarles el futuro, mujeres que no cuestionan ningún proceder; banqueros que se ofrecen para lavarles el dinero del narcotráfico. Llevan vidas espectaculares: “Se casaron en la iglesia de Forcella. Nicolás había pedido una alfombra como la de los Óscar y la recorrió cogido de la mano de Letizia, entre el gentío que quería inmortalizar al Marajá con su esposa”.

Descomposición moral

La tercera parte, “Vosotros que educáis”, se inicia con una reflexión dirigida a los adultos sobre cómo educan a sus hijos ¿Para un mundo justo que no existirá jamás? ¿Para un mundo de vencedores o como seres dependientes? Denuncia la descomposición moral y social del mundo globalizado actual. Los protagonistas viven y mueren en Forcella, centro de Nápoles y metáfora de cualquier geografía donde mandan el dinero, el poder y las armas. No en vano Nicolás le dice a Letizia: “No quiero un beso en la mejilla ansioso de cariño. No quiero un beso en los labios ansioso de amor. Quiero un beso feroz, ansioso de todo, todo”.

PERFIL

Roberto Saviano (Nápoles, 1979) es el autor de Gomorra (2006), traducido en más de 50 países y con más de 10 millones de ejemplares vendidos. Publica sus artículos en The Washington Post, The New York Times, La Repubblica, El País, Die Zeit y The Times. Obtuvo, entre otros reconocimientos, el Premio Viareggio, el Geschwister-Scholl-Preis, el Premio Periodístico de Leipzig, el Premio Manuel Vázquez Montalbán y el European Book Prize. Desde 2006 vive con custodia policial por las amenazas de los clanes a los que denunció. “Debemos agradecer a Roberto Saviano que haya devuelto a la literatura la capacidad de abrir los ojos y la conciencia”, dijo Mario Vargas Llosa. Otros de sus títulos son Vente conmigo y CeroCeroCero.

Beso feroz*                                      

Por Roberto Saviano

Hay una vieja historia que se cuenta entre los neófitos de la barbarie, los criadores de perros de pelea clandestinos, seres desesperados que se dedican, a su pesar, a una causa de músculos y de muerte. Cuenta esa leyenda, de la que no hay pruebas científicas, que a los perros de pelea se los selecciona cuando nacen. Los adiestradores estudian a los cachorros con frío interés. No se trata de escoger al que parece robusto, de descartar al flaco, de preferir al que echa a su hermana de la teta o de fijarse en el que castiga a su hermano glotón. La prueba consiste en otra cosa: el criador coge al cachorro por la nuca, lo arranca del pezón de la madre y agita el hociquito delante de su mejilla. La mayoría de los cachorros la lamen. Pero uno -casi ciego, sin dientes todavía, con unas encías acostumbradas solo a la blandura de la madre- intenta morder. Quiere conocer el mundo, quiere tenerlo entre los dientes. Ese es el beso feroz. A ese perro, macho o hembra, lo criarán para que pelee.

*Fragmento.

© LA GACETA

Elena V. Acevedo